Los perros
han demostrado, tanto en su vida diaria con nosotros como en el laboratorio que
son unos superdotados sociales. Son capaces de interpretar nuestra conducta y
de decidir como actuar en función de las consecuencias.
Por ejemplo,
son capaces de saber donde hay comida escondida de entre varias posibilidades
con las pistas que le de una persona. Esta pista puede ser que mire la opción
correcta, la apunte con la mano o incluso otro tipo de pista a la que el perro se
enfrenta por primera vez como poner una marca en el lugar correcto. También
modifican su conducta en función de si la persona puede verlos o no. Por
ejemplo coger comida que tienen prohibida. Se dan cuenta de que la persona
puede o no verlos en situaciones complejas como por ejemplo cuando la persona
está separada por una pared en la que hay una ventana.
Todas estas
habilidades son similares a las de las personas, comparables a lo que podría
hacer un niño pequeño pero en cambio no están en las posibilidades de simios
como el chimpancé. ¿Qué sentido tiene esto? ¿Acaso nos parecemos más al perro
que al chimpancé?
Pues en
realidad, el chimpancé es capaz de superar al perro en muchas otras tareas que
no tienen un fundamento social. En cambio si la habilidad depende de las
habilidades sociales los perros se imponen a nuestros primos.
Foto extraída del artículo "Human-like social skills in dogs" |
Parece ser
que estas super-habilidades sociales las ha adquirido el perro durante su
proceso de domesticación. Los perros nacieron a partir de los lobos que fueron
capaces de no temer a los humanos y mostrar una menor agresividad. Ligados a
estos caracteres aparecen muchos otros que dieron lugar al perro domestico. Estas
habilidades para comprendernos podrían haber sido una de ellas.
Brian Hare y Michael Tomasello sugieren en su articulo “Human-like social skills in dogs?” que es este
temperamento, propenso a la tolerancia es el que permite desarrollar las
habilidades cognitivas sociales. Así pues en los humanos se pudieron haber
desarrollado estas habilidades seleccionándolas de un modo similar a como ocurrió en los
perros. Los más propensos a colaborar y a evitar la agresividad tuvimos más éxito.
¿Qué puede suponer
esto? Además de que los perros podrían ser una fuente fascinante de información
sobre la evolución del comportamiento social. Nos hace comprender mejor hasta
que punto somos dos especies afines y como de estrecha puede ser la relación
humano-perro. Por último, quizás deberíamos utilizar estos conocimientos para
la comunicación con el perro. Sabiendo que tienen estas habilidades ¿por qué no
ayudarnos de ellas para enseñar nuevas cosas a nuestros perros?. Desde este punto de vista el aprendizaje para
el perro, puede tener un importante componente emocional. Nuevas tendencias en
adiestramiento ahondan en estas habilidades sociales como el adiestramiento
congnitivo-emocional o el “do as I do” basado en el aprendizaje social por
imitación. Sin entrar en estas técnicas concretas, podemos limitarnos a tener
en cuenta la importancia de generar un buen vínculo con nuestro perro y
recordar que fomentar los buenos estados anímicos y utilizar el refuerzo
emocional puede ser más útil de lo que creemos.
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