jueves, 19 de noviembre de 2015

Jugar en casa


Jugar es la necesidad del perro que normalmente menos tenemos en cuenta.
El perro necesita jugar con otros  (perros y humanos) para satisfacer sus necesidades sociales. Pero también como modo de ejercitar cuerpo y mente. Es una estupenda manera de enriquecer su ambiente para ayudar a mantenerlos sanos mentalmente.

La falta de ejercicio y estimulación mental es la causa habitual de la mayor parte de los problemas de comportamientos que nos encontramos normalmente. Por eso es importante saber usar el juego para alimentar buenos hábitos y conductas que ayuden a mantener el bienestar de nuestros animales.
Hoy quería centrarme en el juego dentro de casa.  Aunque el juego no sustituye al paseo, hay momentos en los que ya sea por razones médicas, como una convalecencia tras una operación o climatológicas los paseos se reducen mucho y el perro no puede gastar la energía que está acostumbrado. Queremos resaltar antes de nada que no es que la lluvia   nos parezca una   excusa para no pasear, pero siendo realistas cuando el tiempo no acompaña  todos acabamos reduciendo el tiempo del paseo.  En estos momentos hay que echar mano de estas estrategias para que nuestro compañero de cuatro patas no se vuelva (y nos vuelva) loco en casa.

Para ello es interesante conocer y haber ensayado distintos tipos de juego en casa.
Muchas veces el juego en casa puede ser un poco complicado o un poco pesado. Como cuando el perro te trae su hueso o pelota una y otra vez para que se lo tires. Pues bien, este es el momento de reconducir a tu perro.
En primer lugar arrojar cosas no es el juego más apropiado, más aun dentro de casa.
Busca otros tipos de juego. Hay que intentar que durante el juego se ejerciten actividades beneficiosas. Al arrojar algo sólo reforzamos el instinto de caza y/o el de cobro (depende del perro) si este juego no es pautado, en muchos perros puede llevar a las obsesiones y a conductas de protección, que son del todo indeseadas.
¿Cuáles son las conductas que debemos reforzar?
Las conductas a reforzar son aquellas que al perro le aporten algún beneficio, le ayuden a encontrarse mejor y a "usar la cabeza". Te damos algunos consejos generales:

1º Tenemos que partir de un entrenamiento básico, que sepa, al menos sentarse y esperar. Si no lo sabe hacer, ya sabemos con qué empezar. Si ya lo sabe, siempre podemos enseñar trucos nuevos y probar distintos modos de entrenamiento, para mantener la mente del perro siempre activa y flexible.

2º Busca juegos que le permitan ejercitar conductas como mascar y lamer. Estas son conductas de confort en el perro. Es decir, ayudan al mantenimiento de un estado de ánimo relajado.  Estos son juegos que pueden practicar solos, quizás solo animándoles un poco y ofreciéndoles los juguetes adecuados o golosinas de mascar (tendones, huesos etc).

3º  Juegos de olfateo. Usar la nariz es muy beneficioso para el perro, les ayuda a segregar serotonina y por lo tanto, a mantenerse felices y centrados. Hay que practicar un poco, pero hay juegos muy sencillos con los que tú y tu perro pueden aprender a trabajar en equipo.
¿Se te ocurren ideas? Hay que usar un poco la imaginación pero como ayuda también vamos a colgar algunos videos con ideas para jugar en casa en nuestro canal de youtube Equipo Laika.








jueves, 5 de noviembre de 2015

La llamada: 4 errores comunes


Uno de los problemas que más frustración causa en los dueños es la llamada. El dueño siente que el perro no le hace caso e incluso que su perro no le quiere y, en realidad, a veces evidencia algunos problemas en el vínculo entre ambos aunque este no tiene porqué ser el problema inicial. La llamada se puede entrenar y mejorar,  pero lo que ocurre normalmente es que algunos malos hábitos la debilitan progresivamente. Aquí haré una revisión de los principales.
1. Gastarle el nombre al perro (llamar continuamente). Muchas veces un exceso de control por parte del propietario genera un sonido incesante de fondo al que el perro se acostumbra. No solo aprende a ignorarlo y pierde significado sino que también se convierte en una señal continua de que el dueño está pendiente de él así que él puede hacer e ir a donde quiera, no tiene por que atender al dueño.


2. Llamar en momentos innecesarios o insistir en la llamada cuando está claro que es inviable que te haga caso. Hay que ser moderados y realistas. Este problema también deriva del exceso de control.  Es decir, llamar con el único fin de que se quede cerca, siempre que el perro está disfrutando o le vemos distraído o en circunstancias poco realistas como, por ejemplo, cuando ya está corriendo hacia otro perro o un gato. Es posible controlar esto, pero con un grado de obediencia muy entrenado y normalmente siempre deberemos adelantarnos a estas situaciones.  Pocos tanden dueño-perro logran, en la práctica, parar estas situaciones cuando ya se han desencadenado.  No ser conscientes de esto nos lleva a una llamada excesiva e inútil que provoca la desensibilización del perro que comentábamos en el punto anterior.  Hay que pensar que le estamos pidiendo al perro que deje de divertirse y normalmente no le damos nada a cambio.  Lo cual me lleva al siguiente punto.


3. No recompensar nunca el regreso. Si bien el perro debería volver de modo natural a su propietario esto no siempre ocurre, ya sea porque se han cometido errores previos en su educación o simplemente porque el perro es joven y tiene muchos distractores naturales. Aunque nuestro perro "quiera" volver a nuestro lado nunca está de más animarlo cuando lo hace para hacer el regreso más divertido, unas palmadas y palabras alegres serán suficientes. Otras veces habrá que "construir" la llamada y en estas ocasiones el refuerzo ha de ser más fuerte y evidente.


4. Castigarle por escaparse. El problema que tiene esto es "cuando" castigamos por escaparse. Normalmente no podemos hacerlo hasta que está a nuestro lado, por lo tanto, lo que castigamos en realidad es el volver a nuestro lado. Así, a medida que el perro nos escucha llamarle y se da cuenta de como vamos subiendo el tono más y más se aleja, ya que sabe que al volver se va a llevar una buena reprimenda. Esto es un enorme circulo vicioso ya que cada vez subimos más el tono, castigamos más severamente y esto se convierte en un mayor aversivo para el perro así que se aleja más y tarda más en volver. Es aquí cuando un deseo natural de libertad en el perro puede derivar en un problema con el vínculo con el propietario.
Evitar estas conductas puede recompensarnos con la bonita imagen de nuestro perro corriendo a toda velocidad hacia nosotros.