jueves, 5 de noviembre de 2015

La llamada: 4 errores comunes


Uno de los problemas que más frustración causa en los dueños es la llamada. El dueño siente que el perro no le hace caso e incluso que su perro no le quiere y, en realidad, a veces evidencia algunos problemas en el vínculo entre ambos aunque este no tiene porqué ser el problema inicial. La llamada se puede entrenar y mejorar,  pero lo que ocurre normalmente es que algunos malos hábitos la debilitan progresivamente. Aquí haré una revisión de los principales.
1. Gastarle el nombre al perro (llamar continuamente). Muchas veces un exceso de control por parte del propietario genera un sonido incesante de fondo al que el perro se acostumbra. No solo aprende a ignorarlo y pierde significado sino que también se convierte en una señal continua de que el dueño está pendiente de él así que él puede hacer e ir a donde quiera, no tiene por que atender al dueño.


2. Llamar en momentos innecesarios o insistir en la llamada cuando está claro que es inviable que te haga caso. Hay que ser moderados y realistas. Este problema también deriva del exceso de control.  Es decir, llamar con el único fin de que se quede cerca, siempre que el perro está disfrutando o le vemos distraído o en circunstancias poco realistas como, por ejemplo, cuando ya está corriendo hacia otro perro o un gato. Es posible controlar esto, pero con un grado de obediencia muy entrenado y normalmente siempre deberemos adelantarnos a estas situaciones.  Pocos tanden dueño-perro logran, en la práctica, parar estas situaciones cuando ya se han desencadenado.  No ser conscientes de esto nos lleva a una llamada excesiva e inútil que provoca la desensibilización del perro que comentábamos en el punto anterior.  Hay que pensar que le estamos pidiendo al perro que deje de divertirse y normalmente no le damos nada a cambio.  Lo cual me lleva al siguiente punto.


3. No recompensar nunca el regreso. Si bien el perro debería volver de modo natural a su propietario esto no siempre ocurre, ya sea porque se han cometido errores previos en su educación o simplemente porque el perro es joven y tiene muchos distractores naturales. Aunque nuestro perro "quiera" volver a nuestro lado nunca está de más animarlo cuando lo hace para hacer el regreso más divertido, unas palmadas y palabras alegres serán suficientes. Otras veces habrá que "construir" la llamada y en estas ocasiones el refuerzo ha de ser más fuerte y evidente.


4. Castigarle por escaparse. El problema que tiene esto es "cuando" castigamos por escaparse. Normalmente no podemos hacerlo hasta que está a nuestro lado, por lo tanto, lo que castigamos en realidad es el volver a nuestro lado. Así, a medida que el perro nos escucha llamarle y se da cuenta de como vamos subiendo el tono más y más se aleja, ya que sabe que al volver se va a llevar una buena reprimenda. Esto es un enorme circulo vicioso ya que cada vez subimos más el tono, castigamos más severamente y esto se convierte en un mayor aversivo para el perro así que se aleja más y tarda más en volver. Es aquí cuando un deseo natural de libertad en el perro puede derivar en un problema con el vínculo con el propietario.
Evitar estas conductas puede recompensarnos con la bonita imagen de nuestro perro corriendo a toda velocidad hacia nosotros.




No hay comentarios:

Publicar un comentario